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Comencé a escribir y dibujar tebeos con mi prima Marilú. Ella tendría unos 9 años, yo unos 7. Nos llevaban al parque y pasábamos mucho rato enfrascados en nuestro cuaderno común. Yo no escribía cuando estaba solo. Entonces dibujaba y me desesperaba que mis paisajes no se parecieran al original todo lo que hubiese deseado. Recuerdo más los tebeos que leía que los libros. Como sacaba buenas notas y nos entregaban las calificaciones semanalmente, mis padres me daban una modesta paga extra con la que podía ir a cambiar tebeos los sábados a última hora, al regresar del colegio. Cuando tenía trece o catorce años vi una película en el cine Avenida de Pamplona, era mi ciudad, y quedé subyugado por un manuscrito encuadernado que alguien manejaba y pensé que me gustaría escribir tochos así, mecanografiados (fotocopiados seguramente pero entonces no se conocía eso en aquella ciudad de provincias) y encuadernados en tapas blandas encoladas. En casa no había libros, aunque a mi madre le gustaba mucho leer y acabó formando su pequeña biblioteca personal.

 

 

 

EL DILEMA DE PROUST

RESUMEN DEL LIBRO

 

Puede que al comienzo, el paseo fuera cosa de sabios, porque fueron los que, además de practicarlo como el resto de los mortales, levantaron acta del mismo si no lo convirtieron en un arte asociado al pensar. Corresponde por consiguiente a los sabios de la Antigüedad griega haber hecho filosofía paseando, y a los de la Antigüedad romana mostrarse paseando, es decir, interactuando con el entorno para resultar modificados por él. Bien es cierto que sobrevino una época oscura donde casi no se podía pasear –la Edad Media- y que desde el s. XVI se empezó a pasear mucho. Tanto, que se fueron dando paseos especializados –los de ver y dejarse ver, los de recolectar plantas o minerales…- y no faltaron las maneras de hacerlo poco sabias e incluso tontas –por ejemplo, pavoneándose-, pero todo contribuyó a que el paseo se fuera perfeccionando. Atravesó una etapa teñida de melancolía con los románticos, para acabar desembocando en un paseante llamado Baudelaire que sentó las bases del paseo moderno porque lo incardinó a la ciudad moderna que nacía bajo sus pies.  

MONTAIGNE Y LA BOLA DEL MUNDO

Es un ameno y enjundioso ensayo que recorre la vida y obra del autor galo, padre de dicho género literario, para poner de manifiesto la vigencia absoluta de su legado en pleno siglo xxi. La obra de Javier Mina, al igual que hiciera el propio Montaigne con los pensadores del mundo antiguo, trae ...

Entrevista en Radio NacionalJavier Mina
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LA MIRADA FÓSIL

 

Aunque en El Ojo del cíclope (Premio de Ensayo Miguel Espinosa 2004) Javier Mina (Pamplona, 1950), y ya en esta etapa de madurez del autor como ensayista, observaba con mirada penetrante la ceguera como símbolo del Totalitarismo en la literatura —la mirada petrificante del Basilisco, el mal de ojo fosilizador del Ogro Filantrópico (léase ciclopeántropico)—, y la miraba de refilón en  su más reciente Tigres de papel (Premio de Ensayo del Gobierno de Navarra, 2008), a propósito de las figuras del Dictador, en ambas aproximaciones al tema hacía la vista gorda ante la ceguera como una realidad plural —faction y fiction—, polisémica, polifacética y multidisciplinar —ciencia y arte—.

   La mirada fósil (2011) constituye, finalmente, un panópticum desde el que observar el desarrollo de dicho motivo de forma diacrónica en su desarrollo histórico, literario fundamentalmente, y en el Epílogo, en sus distintas manifestaciones en las otras artes.

  Se trata de una pequeña enciclopedia narrada, no de forma exhaustiva naturalmente —quien pretendiera agotar el tema se dejaría los ojos en la empresa sucumbiendo, en negra paradoja sobre blanco, a la ceguera que intentaba desentrañar; víd. J. Milton—,  con profusas glosas de los argumentos de obras protagonizadas por invidentes, y unas profundas interpretaciones ¿hermenéuticas? de la intencionalidad o su significación, con ese tono conversacional sobre los temas humanísticos que se percibe en algunos intelectuales de la II República y deslizamientos a lo coloquial, informal, oral, que dan un ensayo amable y próximo, sin el empaque académico antipático y pretendidamente distante, y un tono divulgativo, con paréntesis explicativos insertados en el cuerpo de texto y exégesis semánticas o comentario de texto, oportunos contextos ideológicos de época y contra-argumentación  ensayística como la que juzga el realismo socialista.     

 

 Luis Arturo Hernández   

   

 

VIDAS PARALELAS

 

 

Este texto no trata de reunir una colección de críticas literarias, sino de evocar una serie de figuras surgidas de muy varios escenarios, repescadas a partir de múltiples y personales lecturas, contrastando sus perfiles y sus venturas animosamente para así definirlas mejor, un tanto a contraluz emparejadas unas con otras.   Aunque a Javier Mina  parece  gustarle  el título que toma prestado al antiguo y docto Plutarco, el famoso autor de las Vidas Paralelas, que iba poniendo en parejas sagaz y ejemplarmente un personaje histórico griego y uno romano para resaltar lo que ambos tenían en común y de singular, en sus caracteres y sus destinos, lo cierto es que aquí no persigue darnos una ristra de semblanzas biográficas, sino que se contenta con evocar algunos paralelos y contrastes para sugerir qué extrañas coincidencias colorean, al colocarlos en paralelo ante nuestra consideración,  una curiosa serie de personajes (algunos históricos, la gran mayoría nacidos de la ficción literaria) que Javier, impenitente y pertinaz lector, ha ido espigando en las páginas de sus libros. Evocación realizada con un ritmo ágil y tonos y motivos muy varios; a veces consiste en unos apuntes, otras ofrece unos relatos o esbozos de la peripecia novelesca de los retratados, y de cuando en cuando en una sutil coincidencia fortuita.

 

     Son una serie de estampas literarias. En ellas se nos invita , con un estilo vivaz, con una prosa colorista, con subtítulos que suenan como ecos de otros relatos, que apuntan ciertos guiños, a veces con sesgos irónicos, a pasear a través de una serie de estampas animadas , centradas en retratos de figuras mucho  y en sus paisajes de fondo, a disfrutar de un rebuscado juego de contrastes y paralelismos, recordando a una serie de personajes que hemos conocido en lecturas nuestras, o a trabar contacto con otros evocados al desgaire, siempre con una intención comparatista. Las figuras evocadas vienen de textos y épocas distintas: desde Bassani y Jünger en sus jardines a Don Quijote y Sancho en su llano manchego, saltando por encima de los siglos y de las geografías novelescas.  Javier Mina pesca a gusto y con tino tanto en las aguas de la literatura como en las  de la historia

 

Carlos García Gual

Tigres de Papel

 

 

 

Tigres de papel trata de tiranos. La tiranía nace al mismo tiempo que el poder aunque sólo sea porque quien lo detenta se siente inclinado antes a ejercerlo de más que a ejercerlo de menos. Los tratadistas medievales y renacentistas sólo contemplaban un modo de acabar con la tiranía: matar al tirano. El tiranicidio habría sido justificado por la propia Iglesia, ahora bien pocas veces solucionaba nada ya que el tiranicida pasaba a convertirse con frecuencia en el nuevo opresor, como enseña cumplidamente la historia. No será hasta el s. XVII con Locke y Hobbes cuando se le dé la vuelta al problema. Se trata menos de deshacerse de tiranos que de impedir que puedan darse. Para evitar el riesgo del poder despótico bastaría con someter al soberano al más estricto de los controles. Si bien es cierto que sólo se podrá ejercer dicho control cuando se entienda -y sea posible- el poder como un contrato suscrito por quien lo detenta en realidad, el conjunto de ciudadanos, y aquel a quien se lo cede para que lo ejerza por delegación, el gobernante.

 

El ojo del Cíclope

 

 

 

 

El ojo del cíclope estudia la naturaleza del totalitarismo, los medios que utilizó para implantarse y su evolución tanto en la URSS como en Alemania, así como la eventual resistencia que pudo encontrar. Para mejor aprehenderlo, El ojo del cíclope tiende  alrededor del totalitarismo una red de relatos y metáforas. Así, ocuparán un lugar privilegiado las voces de quienes se vieron compelidos a levantar acta de sus excesos atroces. Pero también sus destinos. ¿Cómo vivieron el nazismo y el comunismo soviético quienes tenían el oficio de escritores o tuvieron que adquirirlo más o menos improvisadamente para poder levantar acta del horror? El ojo del cíclope recoge los relatos ya sea biográficos ya de ficción de varios autores.  Luego, vienen las metáforas: la masa y la levadura, la cebolla, el cardumen de peces, la música, Arquíloco, Casandra, Sísifo, el Homo sacer, la torre de Babel y los dolores de muelas, entre muchas otras. Se trata de metáforas que revelan más que ocultan y permiten cernir el totalitarismo en una mirada poliédrica. Hay, sin embargo, dos metáforas troncales, tanto por su calidad explicativa como porque las utilizan todos los autores examinados. Aunque más que de metáforas habría que hablar de dos entramados metafóricos. Uno gira en torno a la luz y a su contrario, la oscuridad, y el otro se establece alrededor de algo que le es muy próximo, la vista o su ausencia, la ceguera. Los autores recurrirán al primero para relacionar el poder totalitario con lo oscuro, es decir, lo peyorativamente connotado, y gracias al segundo, pondrán de manifiesto el exceso de mirada -vigilante, hipnótica- del totalitarismo pero también la ceguera en la que encierra a sus víctimas: cegarles significa desposeerles de derechos para dejarlos inermes pero también para recabar su apoyo, dado que cegarles significa igualmente privarles de sentido moral.

El Ateneo Guipuzcoano

 

El Ateneo de San Sebastián fue fundado en 1870. El acta que recoge el momento inaugural no puede ser más explícita ni más económica en su formulación: “En la ciudad de San Sebastián y mes de octubre de 1870 varios jóvenes de la población se congregan en una de las oficinas del Gobierno civil de la Provincia, cedida al efecto por el oficial de la sección de fomento D. Manuel Trelles animados del deseo de crear un Ateneo científico-literario y artístico que a la vez que fuera el lazo de unión y recreo de todos los elementos pudiera servir de círculo a la juventud estudiosa a fin de dedicarse a la enseñanza y la discusión de todos los problemas que se agitan en el mundo político, científico y literario”. La ambición está a la altura de unas miras no menos ambiciosas y universales. El grupo de jóvenes allí reunidos respondió a la llamada de Benito Jamar cuyo discurso fundacional fue muy aplaudido haciéndose digno por unanimidad de la imprenta “en cuanto se dispusiere de fondos” para “que sirviera de programa al Ateneo que se iba a fundar”. Entusiasmo, proyectos y voluntad había, faltaba el lugar donde materializarlos.

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