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En este apartado, recojo las exposiciones de los últimos años, debidamente ordenadas en el desplegable. A modo de presentación general, aquí van el vídeo de La Mirada del Paseante, que tuvo lugar en la sala Ibercaja de Logroño en octubre de 2013 y la amable crítica sobre Autocacharrería, que hizo algún entusiasta en el Noticias de Navarra.

 

La Mirada del Paseante, Ibercaja (Logroño) 2013

                                   Ernest Lluch (Donostia) 2014

 

 

 

 

 

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Autocacharrería, Ciudadela (Pamplona) 2012

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Autobiografía no. Autogeografía tampoco. Mejor autocacharrería. Javier Mina ha denominado así la suerte de memorias sentimentales Pabellón de Mixtos de la Ciudadela julio de 2013. A través de fotografías antiguas, textos, carteles, alguna escultura y pinturas de todas sus épocas y un sinfín de objetos de toda clase, el artista plástico y escritor traza un itinerario vital.

 

"En realidad es una autobiografía a la que he llamado autocacharrería", cuenta el creador pamplonés, que ha contado con la ayuda de Javier Balda para ordenar y montar la cantidad de materiales que se despliegan por la sala. "Las antológicas suelen ser aburridas y quería incluir los cacharros que han formado parte de mi vida, aunque solo sea por el tiempo que les he dedicado", añadió Mina, que aclaró que, pese a que todos los elementos expuestos son suyos, con la excepción de algunas imágenes cedidas por el Archivo Municipal, "no pongo énfasis en que esta sea exclusivamente mi historia, porque también puede servir de espejo en el que mucha gente se puede ver reflejada". Y es que, "valoro más la idea de la vida en sí misma que la de mi vida en particular".

 

El humor está muy presente en el trabajo de Javier Mina y esta muestra no es una excepción. Se percibe en el montaje y también en cada objeto y pieza expuestos, que, en muchos casos, van acompañados de etiquetas que los sitúan en el tiempo y en el espacio. Juguetes, apuntes, cuadernos, manuscritos, cachivaches, novelas, ensayos, artículos, comics, pinturas, fotografías, dibujos y piezas en 3D. Toda una colección de recuerdos que se divide en tres bloques: infancia, juventud y madurez, con el juego de la oca como metáfora de la propia existencia de Javier Mina, en el que ordena los elementos disponiéndolos en casillas que progresan cronológicamente. De hecho, esta muestra surgió de otra más pequeña, titulada De boca a oca, que el artista realizó en noviembre de 2009 en el Koldo Mitxelena de Donostia, donde reside. Así, en el primero de los espacios hay un pupitre con material escolar (libros, plumillas o un mapa), junto a tebeos, un guerrero africano de tamaño natural, juguetes y fotos, entre otras cosas. Y en los espacios de juventud y madurez, Mina ha querido hablar "de expectativas y de fracasos, de energía vital encauzada a través del deporte, del teatro, del descubrimiento del amor...", a través de guiones, comics, libros, papeles, cuadernos de viajes, souvenirs, bocetos y cuadros.

 

Gabinete de las maravillas También usa el humor Javier Balda para explicar que ha sido "comisario del inspector Gadget" en esta exposición que, a su juicio, es "una falsa biografía" o una biografía "impostada", en la que "creemos que todo es verdad, pero no". Y Mina le da la razón bromeando: "Se imposta para ocultar lo que no quieres contar". Para Balda, Mixtos aloja un "gabinete de las maravillas" en el que lo "exótico" es lo doméstico, lo más pequeño, lo cotidiano "de esa ciudad de la primera juventud". De esa Pamplona en la que tanto Mina como el comisario comenzaron a crear con escasos años de diferencia, integrándose en "una generación muy vindicativa" que, en el caso del artista y escritor se dio en llamar la Escuela de Pamplona. De hecho, varios de sus componentes están presentes en la muestra a través de fotos de los partidos de fútbol que jugaban en Escolapios, como Pedro Salaberri, Mariano Royo, Pello Azketa, Luis Garrido, y de otros elementos como dibujos y comics, que le unieron a artistas como Joaquín Resano y Pedro Osés.

 

Las vivencias de Javier Mina en la Pamplona de los 80 está muy presente en esta propuesta, que "no es una mirada de nostalgia, sino de recuerdo", un reencuentro con un lugar que ya habita en su memoria y que revisa con cariño y muchas risas. Precisamente, es por eso por lo que recomienda visitar esta biocacharrería, "para que la gente disfrute y si se echa una sonrisa o una carcajada, mucho mejor". Dejando, eso sí, la añoranza fuera y teniendo en cuenta que, como dicen Les Luthiers y parafrasea Javier Balda, cualquier tiempo pasado solo fue anterior.

 

 

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